El Fantasma creció en el barrio Rebolo, oyendo músicas muy afro. "Bailábamos champeta, que entonces se llamaba terapia -cuenta- y música antillana. El primer cantante criollo que empezamos a oír con gusto fue Arroyo".
La historia del Joe es conocida; la del Fantasma es más discreta: tocaba en orquestas diferentes, es arreglista y compositor, incluso tuvo un programa en Telecaribe, en el que era pianista y entrevistador. "Joe se fijó en mi voz cuando le envié unos arreglos de Sabré olvidar, en los que hice la voz como la suya, para que la pudiera apreciar".
Joe lo llamó en el 2000 para integrarlo a la orquesta La Verdad. Pero el trabajo en Telecaribe le impidió aceptarlo. "En el 2004, a Joe le dio una isquemia y empezó a fallarle la memoria, por eso me llamó, porque olvidaba algunas letras de las canciones y necesitaba un refuerzo en el escenario,mientras se recuperaba".
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Así empezaron los ensayos y las giras. "Joe nunca hizo fonomímica, como decía la gente -dice el Fantasma-. Él me cedía el paso en notas altas". Con la muerte de Arroyo, al Fantasma se le revolucionó la vida. "En los medios locales me llamaban el Fantasma del Joe, o el de La Verdad o el Joe Blanco, pero el nombre artístico lo llevaba desde el 98".
Al morir, la gente lo necesitó tanto que me llovieron propuestas. La viuda me propuso seguir con La Verdad; la otra mujer, Mariluz, y los muchachos quieren hacer otra orquesta. Pero no quiero estar en los zapatos del Joe". La velada del Carnaval de las Artes lo conmovió, pero le dejó la sensación de estar atrapado. "Mientras más quiero apartarme, más me involucro. Las empresas quieren hacerme presentar con el gorrito que él usaba (...). Pero no quiero
presentarme a Yo me llamo, quiero hacer mi propio camino. Es como si el Joe no
quisiera soltarme".
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